En un giro que nadie vio venir (ni quería ver), las autoridades alimentarias han aprobado oficialmente el consumo humano de gusanos, o más específicamente, “polvo tratado con radiación UV de larvas de tenebrio molitor, una descripción que suena más a un experimento de laboratorio fallido que a algo que debería ir en tu plato.

La medida, que según los responsables busca “diversificar las fuentes de proteínas” (traducción: hacerte comer cualquier cosa), fue aprobada mientras los funcionarios a cargo se daban un festín de chuletón al punto perfecto. “Es una solución innovadora y sostenible”, declaró uno de ellos entre mordiscos de carne tierna y jugosa.

¿Polvo de qué? ¿Radiación UV? ¡Que no te den gusano por chicha!

Según los expertos, este polvo de larvas no solo es rico en proteínas, sino también en asco. La receta es sencilla: cría gusanos, pasa las larvas por radiación UV para que suenen futuristas, pulverízalas y mézclalas con alimentos cotidianos como galletas, batidos o esa pizza que ya no será lo mismo. ¡Bon appétit!

Mientras tanto, la opinión pública oscila entre la incredulidad y la náusea. “¡Qué maravilla! Ahora mi sopa puede parecer que salió de un documental de insectos”, ironizó un ciudadano resignado. Otros, más directos, han lanzado campañas en redes sociales bajo el lema #NoQuieroGusanoEnMiPan.

Gusanos para ti, carne para ellos

En imágenes filtradas de la reunión donde se aprobó esta medida, se puede observar a los legisladores disfrutando de un banquete opulento mientras discutían la “necesidad” de que el resto de la población acepte comer bichos. En un acto de descaro supremo, uno de ellos, alzando su copa de vino tinto, sentenció: “Es el futuro, y todos debemos adaptarnos”. Claro, todos excepto ellos.

¿Sustentabilidad o sinsentido?

Aunque el discurso oficial asegura que esto ayudará al medio ambiente, muchos sospechan que se trata más de un truco para abaratar costos a costa de la dignidad alimentaria. Porque, vamos, si “polvo de larvas tratadas con radiación” es tan fabuloso, ¿por qué no lo vimos en el menú de esa última gala de etiqueta?

Así que ya sabes, si pronto tu barra de granola sabe a algo entre tierra y trauma infantil, probablemente estás comiendo el futuro… o un gusano con traje nuevo.

¡Que aproveche!